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El Lazarillo y sus fortunas y adversidades con la ingeniería social

Fecha de publicación 27/04/2017
Autor
INCIBE (INCIBE)
El Lazarillo y sus fortunas y adversidades con la ingeniería social

Andábame yo en cierta ocasión por la ciudad de Salamanca por motivos de negocios, sepa Vuestra Merced, caminando despacio y un poco atolondrado. Iba yo atendendo a las epístolas corporativas de mi móvil, cuando choqué y atropellé un animal de piedra, que tiene forma de toro. Dime tal calabazada contra el toro, que durame aún el dolor de la cornada. Y más aún la de los cuartos que me dejé comprando otro aparato y re-faciendo todos los menesteres y negocios que había en él por mi tozudez de no tomar precaución de facer copia de seguridad de ello.

Este episodio hízome recordar las fortunas y adversidades, acaecidas en estos mismos lares, en la vida del pícaro Lázaro de Tormes. De los golpes y cornadas que llevó para aprender todo sobre el arte de la vida, y como la herramienta de la picaresca le salvo del hambre y aun de la sed del vino en muchas ocasiones. Y de la mejora e puesta en práctica de una práctica que convirtió en arte para no pasar fambre ni frío y conseguir lo que quería con ardides y engaños varios. Aunque juesto es decir que en ocasiones saliese mal y recibiera palos, cornadas y calabazadas. Arte que evolucionó con los tiempos, entre las gentes pícaras de pocos reales, en los llamados timos como el de «el nazareno», «la estampita» o «el tocomocho» hasta llegar a nuestros días donde se hizo llamar «ingeniería social». Así comienza su relato, fortunas e adversidades por la que se fizo famoso este pobre haragán.

Cuenta una vez lo que acaeció cuando el amo ciego al que servía descubrió el agujero sutil hecho en el suelo del jarro de vino y tapado con muy delgada tortilla de cera con el fin de catar el caldo que portaba, dejó caer sobre su boca el jarro del vino. Fue tal el golpecillo que le desatinó que le dejó largamente sin sentido y quebrosen algunos dientes. Entre risas espetó « ¿Qué te parece, Lázaro? La ingeniería social da sus frutos». Y es que el ciego tenía más escuela, y había pasado más hambre, que él mismo en cuatro vidas que viviera, y que era difícil de engañar porque en verdad estaba formado y concienciado en todas estas artes. No perdía ocasión para espetar «Yo oro ni plata no te lo puedo dar, más avisos y buenas prácticas para vivir mucho te mostraré».

Y entre los avisos y buenas prácticas que recibió del ciego y otros amos que sirviese en sus años de picardías, y que entraron en su mollera a base de sangre, golpes y chanzas:

  • comprobar que el que nos demanda información o tarea, sea amo propio y no ajeno; y cuidado con los otros pícaros que facen pasarse por amos;
  • desconfiar de las tareas que prometan ser lucrativas y conseguir comida, vino y ducados sin sudar sangre ni recibir palos;
  • estar atento y desconfiar del chusco de pan, del queso y del vino fácil pues, a veces no vienen solas sino acompañadas de brebajes que quitan el sentido para robarte los cuartos del amo;
  • estar atentos y desconfiar de los aduladores, cagaprisas y supuestos amos que usan la amenaza y las prisas para que realicémosles las tareas;
  • tener preparadas precauciones de seguridad como son antivirus, antiphising, antispyware y antimalware varios para estar preparados y evitar los riesgos que puedan acaecer;
  • escribir lo aprendido en políticas de seguridad para no olvidar lo aprendido y así no repetir los errores ni los golpes recibidos;
  • poner en práctica eso que llaman sentido común y utilizar la mollera para sospechar de lo que si el que tanto pregunta no será porque buscara beneficio de lo preguntado.

Y estas son las enseñanzas que nos fizo el saber la historia del Lazarillo de Tormes. Que como todo pícaro y vividor de su época, tuvo que crecer muy rápido y volverse muy creativo para poder sobrevivir en esos mundos de Dios, aún a costa de la ingenuidad de las gentes y de la suya propia.

Y si algo hemos aprendido de todo esto, es que hay que estar informado y preparado, conociendo los ardides, tretas y fechorías de que los pícaros hacen uso para engañarnos a nos y a las gentes de bien de nuestras empresas.

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