Los observadores, clave frente al ciberacoso
El ciberacoso es por norma general un ataque público, es decir, no solo la víctima es conocedora de lo que está ocurriendo. El acosador o acosadores suelen enviar mensajes privados que después comparten con sus amigos, o publican imágenes y comentarios en las redes sociales a las que muchas personas tienen acceso. En el caso de que los ataques se oculten entre los menores, a menudo surgen sospechas a raíz de los estados de ánimo de la víctima o incluso por su propio testimonio. En definitiva, la realidad es que de un modo u otro se percibe un problema de ciberacoso, y no es válida la típica frase de “yo no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo”.
El papel tradicional de los observadores
Los observadores habitualmente tienen una actitud pasiva o de refuerzo del acoso: simplemente pueden ser testigos de lo que está pasando sin intervenir activamente o llegar a involucrarse en el ataque. En el ciberacoso, esto se traduce en dar ‘me gusta’ o ‘compartir’ en las publicaciones de los acosadores, comentar en estas con mensajes o emoticonos hirientes, o difundir mensajes o imágenes privadas por mensajería, burlándose de la víctima.
Estas actitudes perjudican e intensifican el problema de ciberacoso, aumentando su duración, alcance y gravedad. Las características propias de la comunicación en línea, como la viralidad, las comunicaciones instantáneas y la facilidad que tienen los menores para acceder a Internet, consiguen generar un contexto de acoso que no deja respiro a la víctima, haciendo que las burlas e insultos perduren en el tiempo y lleguen a muchas más personas. Obviamente, estas traspasan las fronteras de lo virtual, colándose en los patios de recreo, en los pasillos y en las aulas.
La pregunta que nos hacemos es, ¿qué motivación hay detrás de las reacciones de los observadores? Lo cierto es que es un problema demasiado normalizado en nuestra sociedad, y los menores están reproduciendo los comportamientos que tradicionalmente se han considerado aceptables. Tienen miedo a convertirse en víctimas, si no apoyan a los acosadores en sus burlas, o bien no buscan otra cosa que mejorar su posición social e integrarse en el grupo. A menudo, desconocen las posibilidades que tienen como mecanismo de ayuda.
Cómo ser parte de la solución
Muchos se sorprenderían al saber la importancia que tiene su reacción como observadores en la resolución de un problema de ciberacoso. Su papel es transcendental, ya que puede dar motivos al acosador para terminar con sus burlas, y ser la fuerza que necesita la víctima para salir adelante.
En una situación así, el menor que está siendo acosado habitualmente se siente solo e incapaz de enfrentarse por sí mismo a su agresor. Contar con el apoyo de otras personas es esencial para su autoestima, y socialmente estimulante. A su vez, para los agresores el ciberacoso carece de sentido cuando las personas que son testigos no aplauden las bromas o las humillaciones, y muestran rechazo.
Contar con el apoyo de otras personas es esencial para su autoestima, y socialmente estimulante
Ahora bien, ¿qué puede hacer un menor frente a una situación tan compleja? Acciones sencillas que en conjunto suman y son transformadoras del problema:
- No dar ‘me gusta’ a las publicaciones del acosador sobre la víctima.
- No difundir o compartir las imágenes o mensajes ofensivos: cuantas menos personas lo vean, menos alcance tendrán.
- No participar y rehusar la invitación a grupos de acoso creados para humillar a la víctima.
- Apoyar emocionalmente a la víctima: mostrar amabilidad y compañerismo dentro y fuera de Internet.
- Informar a los adultos del entorno, familiares y educadores sobre lo que está aconteciendo.
- Mostrar su rechazo abiertamente frente al agresor, haciéndole saber que lo que hace no es de su agrado. Hacerlo en grupo puede aportarles seguridad y el efecto será más relevante.
- Pedir ayuda a un equipo profesional especializado en estas problemáticas, como la Línea de Ayuda en Ciberseguridad de INCIBE 017 (servicio gratuito y confidencial, que está disponible todos los días del año).
- Utilizar Internet de forma positiva, divulgando contenidos que fomenten la convivencia saludable, publicando mensajes agradables y respetuosos sobre los demás, así como participando en campañas frente al acoso escolar.
De forma paralela a esta actitud activa que queremos fomentar en los menores, es necesario que tanto las familias, como el centro educativo, equipos directivos y profesorado también se impliquen. Es indispensable establecer una política antibullying, que fortalezca la idea de rechazo a estas conductas y facilite que los alumnos colaboren, pidan ayuda y se sientan apoyados. Se trata de instaurar medios de comunicación adecuados y realistas, con los que los menores se sientan cómodos y que favorezcan su participación como parte de la solución.
Promover en los menores valores como la empatía, el coraje y la capacidad crítica no solo les proporcionará herramientas para ayudar a sus compañeros. Estos valores también serán recursos que les protegerán frente a posibles situaciones de acoso, fomentarán un sentimiento de unidad en grupo y disminuirán las posibilidades de que lleguen a ser acosadores en el futuro. En el siguiente vídeo os facilitamos un resumen animado con algunos de estos consejos:
Contadnos en los comentarios, ¿estáis de acuerdo en el poder que tienen los observadores frente a una situación de ciberacoso?, ¿conocéis alguna situación en la que la actitud de los observadores acabó con el problema?, ¿qué otras formas de apoyar a la víctima pueden ser de utilidad? Podéis compartirlo con toda la comunidad de IS4K, ¡gracias!